lunes, 11 de julio de 2011

La rebeldía en Nice tiene un nombre propio; Catherine Séguranne



Monumento en memoria de Catherine
Séguranne en Nice.
 Aunque muchas personas asocien esta maravillosa ciudad de la Costa Azul Francesa con el glamour, la distracción y el óseo, o solo la miren como el paradisíaco lugar de turismo que es, al igual que cada pedazo de tierra en este mundo, Nice tiene una historia llena de episodios.

Episodios, y permítaseme volver a utilizar la palabra, colmados de dolor, sufrimiento y hechos sangrientos. De esos que marcan una nacionalidad, de cuya identidad saben muy bien sus habitantes. Especialmente dos, de los que tuve el honor de conocer y aprender muchas cosas relevantes; Robert y Arnaud Mercier.

Padre e hijo. Apasionados vecinos de Nice, que hablan perfectamente el nisardo, y sienten el enclave con la fuerza de quienes aman con pasión el lugar que los vio nacer, como yo lo hago de mi querido barrio; El Calvario. Fueron ellos los que me hablaron de la figura más querida y emblemática de gran parte de la costa azul francesa. Una gran mujer de pueblo, cuya acción quedó para siempre registrada en los anales de la historia; CATHERINE SÉGURANNE.

Aunque la actuación que se le atribuye a esta audaz mujer tiene bastante de rocambolesco, imagino la cara de los soldados turcos cuando al intentar clavar el asta de la bandera verde con la media luna roja en las playas de Nice, se toparon a una embravecida mujer, que usando como única arma, la pala de madera con la que se golpeaba la ropa para lavarla en el río, propinó una paliza al abanderado y en medio de la sorpresa que su acción causó, le arrebató el estandarte islámico y lo partió en dos. Eran los días del temido Barbarroja, pero a ella no pareció importarle la fama del almirante otomano.

Varios historiadores sitúan su nacimiento en 1506, en los suburbios, por lo que es más que probable que fuese una lavandera de orígenes muy humildes, quizá por eso, el valeroso acto de Catherine no fue recogido en su momento en los partes oficiales, que por supuesto solo reseñan los logros militares de las tropas que defienden las costas y el castillo. Pero hay algo de mucho peso y que no pueden ignorar los cronistas; la sabia popular.

Fue el pueblo sencillo testigo de los acontecimientos, que al presenciar el hecho lo transmitió de boca en boca, hasta convertirla en un personaje legendario… épico. Su trascendencia alcanza tal dimensión que es imposible que muchos de los escritores no la mencionen ya en sus libros, poéticos o históricos. Recomiendo leer a la poeta Agathe-Sophie Sasserno. La Séguranne se trasladó a la memoria colectiva de Nice y con el tiempo, se ha convertido en una figura mítica de la resistencia local y lo que para mí es más importante; que encarna la identidad de esa importante localidad.

Por Carlos Bretón.

Dedicado a Robert Marie y Arnaud Mercier como agradecimiento a su hospitalidad.







                                                                                                                                                                                                      



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