lunes, 25 de julio de 2011

Cuando las esculturas rozan el cielo. Por Carlos Bretón



"Las Nereidas" en la Costanera Sur de Buenos Aires.
Dos días después de llegar a Buenos Aires, fui con mis amigos argentinos Dito y la actriz Noemí Morelli a la Costanera Sur. Era una visita muy deseada cuyo único objetivo fue poder apreciar la escultura “Las Nereidas”, obra de una de las artistas que más admiro del país sudamericano: LOLA MORA.

Observando la belleza de las hijas de Nereo, los caballos, las olas, las conchas y caracolas marinas, emergiendo de las entrañas de la tierra, o del mar, en medio de una fuente, me estremecía emocionado, pensando cómo pudo Lola Mora lograr tal perfección esculpiendo aquel bloque de mármol de Carrara. Doblegar la “nobleza” de esta piedra con exquisita perfección, solo es posible cuando entra en contacto con las manos expertas de los grandes maestros entre los que por supuesto esta ella.

Las más importantes obras de la escultora están diseminadas por toda la geografía de Argentina y “Las Nereidas”, protegida por la diputación de Buenos Aires, que forma parte del estilo neo clásico  y a la vez, refleja el poderoso dominio de la técnica y el equilibrio de Lola, me produjo el mismo impacto sensitivo, que cuando estuve en el Vaticano frente a “La Piedad” de Miguel Ángel o “El Cristo” de Casablanca de mi compatriota Jilma Madera.
Por ese motivo quiero recordarlas a ambas.

"Cristo de Casablanca"
Ciudad de La Habana
 El Cristo de mi ciudad, siempre ha sido un particular centro de gravedad para mí, lo digo porque cuando más cargado estaba de trabajo, cuando tenía que aligerar el alma o simplemente cuando quería pensar, siempre tomaba la lanchita de Casablanca y subía la cuesta hasta llegar a la inmensa estatua. Entonces ocurría el milagro. Todo allí arriba es paz, y esa paz específica  la coronaba para mí el fúlgido arte de Jilma.

En su legado artístico se reconocen tendencias a la estilización sin abandonar lo figurativo, pero ella también como Lola Mora, es de una elegante expresión del neoclásico. Es la única en el mundo en esculpir el monumento más grande hecho por una mujer.
La triste noticia de su fallecimiento, el 21 de febrero de 2000, me llegó a un Estocolmo gris y nevado. Caminaba por el puerto de Slussen para tomar el metro, cuando recibí una llamada telefónica. Inconscientemente mi vista atravesó el canal y la bahía hasta Djurholmen, como buscando en medio de la similitud el gigantesco Cristo. Nada, no había nada.
Con Jilma Madera y Lola Mora se fue una manera de convertir la roca metamórfica,  con  talento y estilo irrepetibles,  en hermosas esculturas. Felizmente quedan sus obras. Las de Lola,  en el Gran Buenos Aires, en Bahía Blanca, en la ciudad de Rosario, en Salta, en Nieva, en Jujuy y por supuesto en su Tucumán natal. Las de Jilma en La Habana, en San Nicolás de Bari, en el Cacahual y hasta en el mismísimo Pico Turquino. Allí donde quiera el viajero hallar el arte de estas dos importantes mujeres, lo encontrará… imperecedero.

Por Carlos Bretón








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Amelia Martínez; Aquí hay Juana hasta el 4000.

Juana Bacallao en Bellas
Artes (Foto de mi propiedad)
No recuerdo exactamente el número de veces que la vi actuar antes de conocerla personalmente. Eran muy escasas sus intervenciones en televisión y teatro en esa etapa, pero se la podía ver en los cabaret´s de La Habana.

Se contaban muchas anécdotas sobre ella, dentro y fuera del escenario. Había sido domestica en la década del 50 y mientras trabajaba, también bailaba y cantaba, gracias a lo cual un día fue descubierta por Obdulio Morales. Actuó en lugares muy importantes y grabó su primer disco con la productora GEMA, propiedad de Alvarez Güedes en 1956.

Una producción especialmente famosa se llamó La Caperucita se divierte, donde junto a Dandy Crawford y a conocidos cantantes y bailarines, hizo época  parodiando el tricentenario cuento, recogido por los hermanos Grimm de la leyenda popular.

Aún adolescente, la vi en el Caribe del Hotel Habana Libre. Esa noche estaba muy excitado por el temor a que los porteros descubrieran que no tenía la edad reglamentaria para entrar, pero con una sombra de bigote que me maquillé y un poco de suerte, logré pasar con mis amigos entre la multitud.


Aquella misma noche, la vi pasar a dos metros de mí, camino a una mesa, donde parecía tener algunos conocidos. Cuando regresaba, cuatro señores muy elegantes pero pasados de tragos, le dijeron: ¡Humm, Shango tá vení! Ella los miró de reojo y continuó.

El show comenzó con un oppening rimbombante, luces multicolores. Todo el elenco se mostraba en la cortina musical. Cuando por fin la estrella salió, fue recibida con fuertes aplausos. ¡Estaba regia! En medio de su actuación los mismos borrachos insoportables, la interrumpían constantemente: ¡Aquí tá Shango, que te vino a ver! Con todo lo que implica detener un espectáculo después de comenzado, se llevó una mano a la frente para evadir el exceso de luz que provenía de los focos dirigidos hacia el escenario y le dijo al sonidista: Párame la música un momentico ahí, maestro – Y dirigiéndose a los cuatro graciosos los increpó: Fíjense bien estos muchachos, yo no conozco a ese compañero, saben, a mí Uds. no me van a perjudicar.

Tras dejar bien claro a los provocadores, que ella no conocía al compañero Shangó, tan mal visto política e ideológicamente en esa época, todo continuó con normalidad.

Años después le comenté este hecho a mi amigo Codina, que había sido productor del Copa Rum del Hotel Habana Riviera, en los primeros años de la revolución, cuando las producciones de cabaret pasaban, antes de ser estrenadas, por una comisión del antiguo Instituto Nacional de la Industria Turística (INIT), para recibir el visto bueno.

Por él supe, que en una revista que dirigió muy subidita de tono, prefirió quitar algunas frases, el día que dicha comisión tenía programada la inspección. Ella estaba muy nerviosa y en medio de su actuación, de repente se detuvo, caminó hasta el proscenio y dirigiéndose a la oscuridad gritó: ¿Codina, en esta parte es donde no va lo que quitaste del guión?  Mi amigo me confesó que la hubiera estrangulado de buena gana esa noche, pero los integrantes del jurado, además de reírse mucho, se hicieron los suecos.

Otro día mientras hacían obras en el hotel, los artistas accedían a los camerinos, pasando por la cocina y un maestro culinario, enorme de peso y tamaño, le dijo con antipatía: ¿Señora Usted es ésa que canta tan mal allá arriba? Con la rapidez de un lince ella le respondió: Yo sí  ¿Y Usted es ése que cocina tan mal aquí abajo?

Ya trabajando en el Departamento de Cultura del Parque Lenin, dirigí un espectáculo musical en el Anfiteatro que se llamó Esperando el verano. El elenco era maratoniano e incluía, entre otros, a María Elena Pena, el Cuarteto Los Modernistas, Los Amigos, a Los Magnéticos y como no, a la impredecible comediante.

Se me ocurrió utilizar un play back de ella y llevarla hasta una de las isletas que rodeaban la balsa circular flotante, construida por astilleros Chullima.
Comenzó el espectáculo y mientras transcurría el tiempo, oscureció. Cuando por fin el refinado animador anunció su actuación, un potente seguidor de luz plana, alumbró la pequeña isla y para sorpresa de todos, no había nadie. Desde abajo le indiqué a los luminotécnicos que dirigieran varios reflectores hacia el agua en busca del bote y allí estaban, en medio del lago, intentando a toda velocidad llegar a la escalera de acceso a la pista-escenario. Ella que debía micrófono en mano, doblar el número musical que se escuchaba, gritaba y pataleaba, golpeándose como si se flagelara. Entonces comprendí que los mosquitos, en proporciones incalculables, se la estaban comiendo viva.

Realmente, no tuve en cuenta a los insectos para nada a la hora de redactar el guión. Cuando por fin descendió de la embarcación, venía con la peluca en la mano, que le había servido para ahuyentar a los sedientos dípteros. Tenía sus pelos recogidos en innumerables moñitos, con el rostro descompuesto y desafiante, le arrebató el micrófono al presentador y vociferó: ¿Dónde está el mariquita que se le ocurrió meterme en esa isla horrorosa?

Imaginarán que llena de picaduras, esa fue toda su actuación de aquella noche, pero bastó para que los cerca de dos mil espectadores se rieran y la aplaudieran hasta el delirio. Yo me escondí en un camerino, desde donde podía oír a María Elena Pena consolarla.

En otra ocasión organicé un programa para las noches del domingo con la cantante Marusha y el guitarrista Pedro Cañas como figuras principales. Se creó un ambiente muy agradable en la terraza posterior de la Casa de la Popularidad.

Acudió una de esas noches, como invitado especial, Ruben de Falco, un actor brasileño muy popular en Cuba por su actuación en la telenovela La Esclava Isaura, capaz de paralizar el país en su horario de transmisión. A ella también la incluimos en el programa.

Para limar asperezas, fui personalmente a recogerla a su casa en Centro Habana. Cuando toqué la vieja y destartalada puerta  del cuartico como le gustaba llamar a su apartamento, escuchamos su voz: No Papi, no salgas del baño, espera que ya abro yo. Nos atendió, dejando justo el espacio por donde asomó su rostro: Soy yo, Carlos Bretón, del Parque  Lenin. Esperamos cinco minutos y salió con el candado de fabricación china, más grande que yo he visto en todos los días de mi vida. Pasó una enorme cadena entre sendos agujeros que había en el marco y la puerta y cerró.

El chofer y yo nos miramos atónitos  y con la inocencia de un niño, El Ruso, como cariñosamente le decíamos en el Parque, le preguntó: ¿Eh, pero tú dejas encerrado a tu marido? Sin inmutarse echó a andar y mirando para todos lados, como quien se siente espiada le respondió: Qué marido, ni qué marido, niño. Eso lo hago yo por si es algún ladrón que quiera robarme mis joyas.

Antes de comenzar el espectáculo bromee con todo el equipo técnico pidiéndoles que nos persignáramos, pero de nada valió, porque una vez dueña de la escena y ante el horror de Ruben de Falco, se abalanzó sobre él, gritando: Llévame al tronco Leoncio, al tronco. El duro y malvado Leoncio personaje que encarnó el actor en la antes mencionada telenovela, se inclinaba hacia atrás, todo lo que la silla de extensión le permitía, mientras dos ayudantes la reconducían, enredada en los cables del micrófono. El público se  divertía con regocijo.

Una noche mientras actuaba, alguien del equipo técnico le pasó una nota para que saludara al gran actor español fallecido Paco Rabal, que se encontraba en el público en una de sus visitas a Cuba. Ella, toda ceremoniosa le dedicó unas palabras: Amigos, en el público hay una famosa personalidad, es un hombre que hace unos perfumes maravillosos. ¡Ay, como me gustan tus perfumes Paco!

En Bellas Artes la incluí en un elenco para homenajear al ceramista Alfredo Sosabravo. Este hecho generó algunas presiones de elitistas internos y externos. Por eso me decidí a presentarla esa noche yo mismo y estas fueron mis palabras; Buenas noches, muchos son los criterios sobre el arte, sobre como debe llegar al pueblo y quienes lo deben hacer llegar, pero el hombre desde tiempos muy remotos ha sentido siempre la necesidad de enriquecer su vida y hacerla  agradable. Por eso surgieron, juglares en sus carromatos, cantantes, bailarines, pintores, actores, humoristas, músicos y una gama muy amplia de facetas artísticas que ha llegado hasta nuestros días. Hay ocasiones en que reímos y no siempre por algo muy importante, pero esta noche lo haremos con una persona que ha hecho reír a varias generaciones. Una artista forjada en tiempos difíciles y que ha dicho que hay que reír, “porque ese debe ser el sentido de la vida”. Una mujer cubana que es muy tremenda y muy nuestra a pesar de quienes enrarecen la atmósfera con gases supraculturales, que en esencia son al final y en realidad, criterios seudoculturales. Identifíquenla Uds. porque ella  es única e irrepetible.

Desde el follaje natural del escenario, que había en el patio interior del Palacio de Bellas Artes, salió ella con los acordes de un back ground, contoneándose suavemente con toda su gracia afrocubana, enfundada en un traje leopardado que según dijo, le regaló su amiga Raffaela Carrá e hizo retumbar el edificio con su grave y potente voz.

Mamá no la soportaba porque decía que Juana no hacía nada. Intentaba explicarle, ya con la madurez de mis conocimientos como Director Artístico, que la Bacallao no necesita hacer nada, que con salir a un escenario en silencio, ya era todo un personaje. Lo que suceda de ahí en adelante es impredecible. Nunca comprendió mi madre, que hay personas que nacen para ser estrellas y con talento innato que las hace imperecederas.

Es el caso de Amelia Martínez, una artista que se ha hecho a sí misma y que por décadas se ha mantenido en los escenarios de Cuba y el extranjero. Para mí es sencillamente genial y guste o no, que para gusto se han hecho los colores, hay que respectar su trayectoria personal, su carrera artística, su talento.


Por Carlos Bretón. 





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domingo, 24 de julio de 2011

¿Serán flancitos o mayonesa? Por: Carlos Bretón



Antonio Gasalla (Mamá Cora) junto a China Zorilla
Cuba desde el siglo XIX es, por un bien ganado derecho propio, destino famoso y casi obligado en las giras de las grandes figuras del arte mundial.  Así, y lo escribo con mucho orgullo, por los escenarios y salones de La Habana, desfilaron en épocas distintas Adelina Patti, Jenny Lind, Enrico Caruso, Titta Ruffo, Fanny Esler, Sara Bernhardt, Joséphine Baker, Edith Piaf, Libertad Lamarque, Nat King Cole, Sarita Montiel, Maya Plisetskaya y el Ballet Bolshoi. Dejando la lista cortísima y sin contar pintores, escultores, escritores o estrellas de Hollywood.

La década de 1980, no fue una excepción y a Cuba llegaron artistas de muchas nacionalidades, pero un país sobresalió especialmente en número de actuaciones: Argentina. Teatros e instituciones prestigiosas en la isla, recibieron con entusiasmo a Nacha Guevara, Estela Raval y los 5 Latinos, Alberto Cortez, Les Luthiers, Enrique Pinti, Mercedes Sosa y un artista que quiero recordar y homenajear especialmente: Antonio Gasalla.
Fui uno de los privilegiados que vio en vivo la actuación de Gasalla en Cuba. Este importante actor del Café Concierto, el teatro, el cine y la televisión, dio mucho que hablar entre la prensa, la crítica y los espectadores cubanos con su espectáculo unipersonal. Fue realmente un bombazo que los amantes del humor jamás olvidaremos.
Aunque llegó precedido por la premiada película “Esperando la carroza”, que se presentó en el Festival del Nuevo Cine Latinoamericano, su presentación superó cualquier expectativa. En la cinta, que dirigió Alejandro Doria, encarna a Mamá Cora, la octogenaria Ana María de los Dolores Buscaroli viuda de Musicardi, que tiene cuatro hijos, pero vive con el más pobre de ellos.  La tensión financiera sumado a la falta de espacio y constantes conflictos generacionales con la anciana llevan a Susana, su nuera, a pedir desesperadamente al hermano Sergio que se la lleve a vivir con ellos por un tiempo…

Para quienes tuvieron la distinción de ver esta comedia negra ya convertida en un clásico del cine, recordarán al inicio, cuando Mamá Cora confunde la mayonesa que prepara su nuera, con unos flancitos. Creo sin temor a equivocarme que fue la consagración de Gasalla para ser recordado siempre en la posteridad
Es un actor altamente reconocido y premiado, recordemos su Martin Fierro de Oro de 1994 y revalidado en 2004. Últimamente se lo puede ver con su personaje de “La Abuela” en el programa televisivo de Susana Giménez, aunque nunca ha abandonado su mayor pasión; el teatro.
El 15 de enero de 2009, estrenó en el Teatro Metroplolitan de Buenos Aires, la obra “Más respeto que soy tu madre” de Hernán Casciari, donde interpreta a Mirta Bertotti, un ama de casa de 52 años que debe lidiar con una familia disparatada. El éxito garantizado. Tanto, que se mantiene en cartelera y ha girado por varias ciudades argentinas.

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jueves, 14 de julio de 2011

PIN PON; Vivirás eternamente en el recuerdo de todos.

Al actor Jorge Guerra lo conocí en La Habana cuando formaba parte del elenco del Conjunto Nacional de Espectáculos que dirigía Virulo. Yo colaboré en varias producciones con esa agrupación que radicaba en el Teatro Carlos Marx. Recuerdo que un día entré al local de ensayo con la programadora y él estaba entrenándose solo, para hacer un personaje a través del cual muchos cubanos lo identificaron por varios años; Rosa de Níz.

Era una niña malcriada, a la vez que inteligente y que el divorcio de sus padres no le había causado ningún trauma, todo lo contrario. Sacaba su propia conclusión con su amiguito Robertico, de que las personas mayores no entendían a los niños y siempre exigían de ellos mucho más de lo que los peques podían dar. Nos reímos muchísimo y disfrutamos su talentosa actuación en aquel ensayo parcial, como si fuera a teatro lleno. Nos preguntó; ¿Qué les pareció muchachos? ¡Que nos iba a parecer; Genial!

Junto a Mireya la Torre, Jorge Guerra fue lo más representativo del mundo del espectáculo que se asiló en Cuba tras el Golpe Militar de Pinochet contra el presidente constitucional Salvador Allende. Ella condujo durante años un magnífico programa de entrevistas en la televisión cubana y él, junto al grupo de Virulo, recorrió los más importantes escenarios del país.

Nacido en Santiago de Chile el 7 de noviembre de 1942, Guerra fue actor, mimo, director teatral y académico. Su paso por la Escuela de Bellas Artes, por el Canal 9 de la Universidad  y su incorporación al grupo de Teatro ICTUS, son solo preámbulos para su consagración en un programa de la Televisión Nacional de Chile en 1970 y en el que, por primera vez, ve la luz su personaje más querido por varias generaciones de latinoamericanos; Pin Pon.

Después, tuvo que exiliarse; primero en Perú y después en Ecuador, hasta que finalmente llega a La Habana en 1983. Es indescriptible la alegría desbordante durante los días en que se preparaba para regresar en 1990 al Chile querido, añorado, sufrido. Bajaba por la calle L, de camino a la empresa artística Ignacio Piñeiro, cuando me lo encontré con su esposa Alicia Pedroso. Estaba eufórico, por el hecho de poder trabajar ya en democracia. Y no solo actuó nuevamente en la Televisión Chilena, retomando su personaje tan querido por todos, sino que grabó nuevos discos, especialmente uno que me regaló en Estocolmo y que atesoro como algo muy preciado; De Corazón a corazón.

Fue para mí una inmensa alegría reencontrarme con Jorge Guerra en Suecia en marzo del 2000. Cuando me llamó Angélica Pérez de Casa Chile, para que actuara junto a él en el Teatro Akalla Träff, mi respuesta positiva fue inmediata. Que honor sin tamaño compartir escenario con Pin Pon. Fue una experiencia profesional que jamás olvidaré. En los camerinos nos reímos recordando vivencias en Cuba, a amigos comunes en la isla, anécdotas, espectáculos, y de pronto, tomó uno de sus discos y escribió una dedicatoria para mí; “Para mi amigo Carlos Bretón (Tripita) con el cariño y el corazón del oficio y los niños”.

¡Gracias Maestro! eternamente lo recordaré con mucho afecto. Nunca dejaré, donde quiera que esté, que tu recuerdo se marchite. DE CORAZÓN A CORAZÓN Jorge Guerra y PIN PON viajarán por siempre en mi maleta, junto a mis muñecos.

Por Carlos Bretón.


Afiche del homenaje que organicé a Jorge Guerra en Suecia.
La foto superior izquierda fue de nuestro encuentro en Estocolmo
en marzo de 2000.


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August Strindberg; un fermentado.

Los hombres están llenos de suficiencia y tienen confianza en ellos mismos.
Después viene un golpe inesperado y ven entonces que tienen necesidad
los unos de los otros. Seamos sinceros entre nosotros, e indulgentes.
Le dijo su padre a Johan.

                                                                                                   “El hijo de la sierva”.




Si en la literatura de Selma Lägerloff, se encuentran alusiones constantes a las bellezas naturales, las costumbres folclóricas nórdicas y de su maravilloso e impoluto “Folk” (Pueblo), algo por lo que fue reconocida y admirada hasta la exaltación, todo lo contrario ocurrió con August Strimberg (1849-1912)

Fue el primer escritor sueco que “despellejó” implacablemente la sociedad y la idiosincrasia sueca, dejándola en carne viva y viviseccionada, inaugurando “una nueva era, critica, cáustica y superrealista en la literatura sueca”.

En 1882 se enfrenta a su primera gran polémica, con la publicación de su novela satírica “El nuevo Reino”. Ataca a un reconocido historiador sueco y al estamento político. La reacción que provoca le obliga a marcharse de Suecia. Sin que lo abandonen las penurias económicas recorre Francia, Suiza, Alemania e Italia, junto a su esposa Siri. El acoso a que se vio sometido durante años alimentó la paranoia que lo acompañaría el resto de su vida. Se sintió siempre acosado y perseguido, hasta el desgaste.
Su primera colección de relatos, Giftas (Casados, 1884), le valió la acusación de blasfemo y aunque quedó absuelto del supuesto delito, nunca pudo recobrarse totalmente del golpe recibido. Esta situación se agrava con sus obras; El Padre, El hijo de la Sierva, La Señorita Julia, Fermentado, Paria y Acreedores. Toda una artillería, que la burguesía, los socialistas, los movimientos feministas, y algunos otros etcéteras no le perdonaron.
Escribió siempre lo que su corazón y la inspiración le dictaron, sin importarle, que gracias a ser un rebelado, no tenía un centavo en el bolsillo. ¿Le iba a dar la corona un estipendio vitalicio con semejante currículo? Jamás. ¿Le iban a otorgar un premio Nóbel como a los complacientes arbetsförfattare Martinsson y Johnsson o la paradisíaca Lagerlöff? Jamás. ¿Va a estar en el corazón de sus coterráneos, incluidas las futuras generaciones? Jamás. De eso ni hablar, aun cuando se ha comenzado, de muy poco tiempo a esta parte, a recuperar su figura.
Era demasiado ya, seguir ocultando su dimensión como dramaturgo, como el más grande loco y bohemio escritor de Escandinavia, como quién, mejor a retratado a través de su literatura, las miserias de este pueblo, como las de cualquier pueblo. Lo mismo que hizo después en el cine, otro “machacado” por los poderes y del que muchos suecos no quieren ni oír hablar; Igmar Bergman.
Hay regiones del mundo donde ser contestatario, se paga con la muerte, en otros con la cárcel o el ostracismo y en otros, más “civilizados”, jamás te golpearán, ni te insultarán acaloradamente, ¡Qué va! Eso es salvajismo tercermundista. Hay otras maneras de desdeñar tu talento, tu obra, tu arte; Ignorándolo. Es más, no existe. Qué pasará cuando estén frente a ti. Lo que dice el viejo refrán; Se harán los suecos. Si no pregúntenselo a Jan Guillou, aunque eso sí, con él no se hicieron tanto “los suecos” y fue a parar de cabeza a la cárcel por escribir lo que “no debía”.

Yo he leído en castellano una parte de las obras de Strindberg, incluido su relato más tierno dedicado a los niños; “El viaje de Pedro el afortunado”. Es verdad que hay cosas muy fuertes o ataques innecesariamente crueles. Es irrefutable que fue misógino,  esquizofrénico,  egocéntrico… pero bueno, y qué.

Por; Carlos Bretón.

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martes, 12 de julio de 2011

MARIA ELENA WALSH; LA VIDA NO SERÁ LO MISMO SIN TI.

Manuelita

Estaba en Cuba en enero de 2011, cuando leí en la prensa con tristeza, la noticia del fallecimiento de María Elena Walsh.

Desde muy temprana edad disfruté de sus composiciones. Me despertaba en las mañanas con aquellas maravillosas canciones llenas de ternura. 

Una vez en Suecia, recopilé todo lo que hizo para adultos, aunque siempre me gusta decir, que sus obras para los peque,  están igualmente dirigidas a los mayores de la familia. Manuelita por ejemplo, ha pasado a formar parte del cancionero popular latinoamericano, pues se le puede escuchar cantar a un niño, pero también a un camarero.

María Elena es una constante en la programación de radio y televisión de Cuba, por lo que varias generaciones en mi país conocemos muy bien su arte. Figuras de la talla de Teresita Fernández, Liuba María Hevia o Argelita Fragoso, cantan y difunden su obra. En Argentina, es muy elevado el número de los cantantes y actores que incluyen en sus espectáculos los textos de la cantautora; Nacha Guevara, Susana Rinaldi, Pedro Aznar, Mercedes Sosa, entre otros y también de latitudes diversas, como Ellis Regina o Joan Manuel Serrat.

Aunque por lo que más se la conoce en el mundo, es por sus temas dedicados a la infancia, Walsh es una gran poetisa, músico, escritora y dramaturga, pero sobretodo, y es algo que me gusta destacar, es una mujer progresista, muy comprometida con las causas nobles del mundo.

Su ironía, su humor  y por momentos hasta su burla de los poderosos, es para mí el gran talento de María Elena, sobre todo si escuchamos Balada de Cómudus Viscach, Los Ejecutivos o el Reino del Revés, eso sí, muchos otros temas; Como la Cigarra, Serenata a la tierra de uno o Juguemos en el mundo, son sensiblemente profundos y de una especial calidad poética.

Nunca olvidaré a esta excepcional mujer, y estoy seguro que permanecerá por siempre en una parte muy linda de mi memoria, como la más grande juglar de todos los tiempos.

Por Carlos Bretón.


Algunas Obras de María Elena Walsh:


Infantiles:

  • La mona Jacinta. Buenos Aires: Editorial abril de 1960
  • La familia Polillal. Buenos Aires: Editorial abril de 1960
  • Tutú Marambá. Buenos Aires: Edición de la Autora, 1960
  • Circo de Bichos. Buenos Aires: Editorial abril de 1961
  • Tres morrongos. Buenos Aires: Editorial abril de 1961
  • El Reino del Revés. Buenos Aires: Fariña Editores, 1965
  • Zoo loco. Buenos Aires: Fariña Editores, 1965
  • Cuentopos de Gulubú. Buenos Aires: Fariña Editores, 1966
  • Dailán Kifki. Buenos Aires: Fariña Editores, 1966
  • Versos para cebollitas. Buenos Aires: Fariña Editores, 1966
  • Versos folklóricos para cebollitas. Buenos Aires: Fariña Editores, 1967
  • Aire libre. Libro de lectura para segundo grado. Buenos Aires: Editorial Estrada, 1967
  • Versos tradicionales para cebollitas. Buenos Aires: Sudamericana, 1967
  • El diablo inglés. Buenos Aires: Editorial Estrada, 1970
  • Angelito. Buenos Aires: Editorial Estrada, 1974
  • La sirena y el capitán. Buenos Aires: Editorial Estrada, 1974
  • El país de la geometría. Buenos Aires: Editorial Estrada, 1974
  • Chaucha y palito. Buenos Aires: Sudamericana, 1977
  • Veo Veo. Buenos Aires: Hispamérica, 1984
  • Bisa vuela. Buenos Aires: Hispamérica, 1985
  • Los Glegos. Barcelona: Lumen, 1987
  • La nube traicionera (versión libre de "La nuage rose" de George Sand). Buenos Aires: Sudamericana, 1989
  • Pocopán. Buenos Aires: Espasa-Calpe, 1996
  • Una jirafa filarmónica. Buenos Aires: Espasa-Calpe, 1996
  • Un gato de la luna. Buenos Aires: Espasa-Calpe, 1996
  • La plapla. Buenos Aires: Espasa-Calpe, 1996
  • El paquete de Osofete. Buenos Aires: Espasa-Calpe, 1996
  • Martín Pescador y el delfín domador. Buenos Aires: Espasa-Calpe, 1996
  • Historia de una princesa, su papá y . . . Buenos Aires: Espasa-Calpe, 1996
  • El gatopato y la princesa Monilda. Buenos Aires: Espasa-Calpe, 1996
  • La foca loca. Buenos Aires: Espasa-Calpe, 1996
  • El enanito y las siete Blancanieves. Buenos Aires: Espasa-Calpe, 1996
  • Don Fresquete. Buenos Aires: Espasa-Calpe, 1996
  • Manuelita ¿Dónde vas? Buenos Aires: Espasa-Calpe, 1997
  • Manuelita la tortuga. Buenos Aires: Espasa-Calpe, 1998
  • Osías el osito". Buenos Aires: Espasa-Calpe, 1998
  • El Mono Liso. Buenos Aires: Espasa-Calpe, 1998
  • El gato que pesca. Buenos Aires: Editorial Planeta 1999
  • El show del perro salchicha. Buenos Aires: Editorial Planeta 1999
  • La reina Batata. Buenos Aires: Editorial Planeta 1999
  • Hotel Pioho's Palace. Buenos Aires: Alfaguara, 2002

DISCOGRAFÍA:

Con Leda Valladares (Dúo Leda y María)

  • Chants d’Argentine, (1954)
  • Sous le ciel de l’Argentine, (1955)
  • Entre valles y quebradas, vol. 1, (1957)
  • Entre valles y quebradas, vol. 2, (1957)
  • Canciones del tiempo de Maricastaña, (1958)
  • Leda y María cantan villancicos (EP), (1959)
  • Canciones de Tutú Marambá (EP), (1960)
  • Canciones para mirar, (1962)
  • Doña Disparate y Bambuco (EP), (1962)
  • Navidad para los chicos (EP) (con Roberto Aulés), (1963)

Solista
  • Canciones de Tutú Marambá (EP), (1960)
  • Canciones para mí, (1963)
  • Canciones para mirar, (1963)
  • El país de Nomeacuerdo, (1967)
  • El país de la Navidad, (EP), (1968)
  • Cuentopos, (1968)
  • Juguemos en el mundo, (1968)
  • Cuentopos para el recreo, (1969)
  • Juguemos en el mundo II, (1969)
  • Cuatro villancicos norteños, (1971)
  • El sol no tiene bolsillos, (1971)
  • Como la cigarra, (1972)
  • El buen modo, (1976)
  • De puño y letra, (1976)

Poesía y prosa para adultos

  • Otoño imperdonable (1947)
  • Apenas viaje (1948)
  • Baladas con Ángel (1951)
  • Casi milagro (1958)
  • Hecho a mano (1965)
  • Juguemos en el mundo (1970)
  • Novios de antaño (1990)
  • Desventuras en el País-Jardín-de-Infantes (1993)
  • Fantasmas en el parque (2008)


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lunes, 11 de julio de 2011

La rebeldía en Nice tiene un nombre propio; Catherine Séguranne



Monumento en memoria de Catherine
Séguranne en Nice.
 Aunque muchas personas asocien esta maravillosa ciudad de la Costa Azul Francesa con el glamour, la distracción y el óseo, o solo la miren como el paradisíaco lugar de turismo que es, al igual que cada pedazo de tierra en este mundo, Nice tiene una historia llena de episodios.

Episodios, y permítaseme volver a utilizar la palabra, colmados de dolor, sufrimiento y hechos sangrientos. De esos que marcan una nacionalidad, de cuya identidad saben muy bien sus habitantes. Especialmente dos, de los que tuve el honor de conocer y aprender muchas cosas relevantes; Robert y Arnaud Mercier.

Padre e hijo. Apasionados vecinos de Nice, que hablan perfectamente el nisardo, y sienten el enclave con la fuerza de quienes aman con pasión el lugar que los vio nacer, como yo lo hago de mi querido barrio; El Calvario. Fueron ellos los que me hablaron de la figura más querida y emblemática de gran parte de la costa azul francesa. Una gran mujer de pueblo, cuya acción quedó para siempre registrada en los anales de la historia; CATHERINE SÉGURANNE.

Aunque la actuación que se le atribuye a esta audaz mujer tiene bastante de rocambolesco, imagino la cara de los soldados turcos cuando al intentar clavar el asta de la bandera verde con la media luna roja en las playas de Nice, se toparon a una embravecida mujer, que usando como única arma, la pala de madera con la que se golpeaba la ropa para lavarla en el río, propinó una paliza al abanderado y en medio de la sorpresa que su acción causó, le arrebató el estandarte islámico y lo partió en dos. Eran los días del temido Barbarroja, pero a ella no pareció importarle la fama del almirante otomano.

Varios historiadores sitúan su nacimiento en 1506, en los suburbios, por lo que es más que probable que fuese una lavandera de orígenes muy humildes, quizá por eso, el valeroso acto de Catherine no fue recogido en su momento en los partes oficiales, que por supuesto solo reseñan los logros militares de las tropas que defienden las costas y el castillo. Pero hay algo de mucho peso y que no pueden ignorar los cronistas; la sabia popular.

Fue el pueblo sencillo testigo de los acontecimientos, que al presenciar el hecho lo transmitió de boca en boca, hasta convertirla en un personaje legendario… épico. Su trascendencia alcanza tal dimensión que es imposible que muchos de los escritores no la mencionen ya en sus libros, poéticos o históricos. Recomiendo leer a la poeta Agathe-Sophie Sasserno. La Séguranne se trasladó a la memoria colectiva de Nice y con el tiempo, se ha convertido en una figura mítica de la resistencia local y lo que para mí es más importante; que encarna la identidad de esa importante localidad.

Por Carlos Bretón.

Dedicado a Robert Marie y Arnaud Mercier como agradecimiento a su hospitalidad.







                                                                                                                                                                                                      



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domingo, 10 de julio de 2011

Las D'Aída, al fulgor de los cuartetos.



Omara Portuondo, Haydeé Portuondo,
Elena Burke y Moraima Secada
En 1992, al conmemorarse los cuarenta años de su fundación, organicé un homenaje en el Museo Nacional de Bellas Artes al Cuarteto Las D’Aída. Fue un lindo programa dedicado a aquellas cuatro muchachas, que bajo la dirección de Aída Diestro llenaron con sus hermosas voces los escenarios más importantes de Cuba y el mundo.

Fue gratificante preparar el guión, por la cantidad de información que obtuve, resultado de  una minuciosa investigación en el Museo de la Música, la Biblioteca Nacional y varios encuentros, que siempre son agradables, con Omara Portuondo.

Tengo que decir que me resulta muy cómodo trabajar con Omara y estoy seguro que es el sentir de muchos directores artísticos, lo mismo digo sobre Elena Burke y Moraima Secada. Esta última tenía un carácter un tanto especial y menos accesible, pero tampoco tengo quejas de su trato para conmigo, antes al contrario. Siempre la recordaré al igual que a su hermana Juana Mercedes, con mucho afecto y agradecimiento.

En el Parque Lenin, específicamente en la Casa de la Popularidad, había  trabajado con ellas a principio de los ochenta, en un espectáculo que se llamó “Las Muchachitas”  y que inicialmente iba a reunir a tres de las fundadoras del cuarteto para una ocasión. Imaginarán el impacto que causó ver actuar juntas otra vez a Omara, Elena y La Mora, que estuvieron por un año, dos veces al mes a las ocho de la noche, brindando a un público asiduo y fiel, aquellas descargas deliciosas que siempre terminaban con el tema “Amigas”, compuesto especialmente para ellas por Alberto Vera.

Muy lejos quedaban los días, cuando unas delgadas mulatísimas vinculadas musicalmente al movimiento feeling, saltaron a los escenarios. Aída Diestro y Las D’Aída se presentaron el 16 de agosto de 1952 por primera vez en el programa de televisión “Carrousel de las sorpresas” y ya se volverían habituales en los grandes espacios de televisión, radio, cabarets, clubes y llevarían su espectáculo, lleno de cubanía, al extranjero en importantes giras; Estados Unidos, Venezuela, México, Argentina, Francia, Japón, Unión Soviética, China entre otros.

Fue una década de fulgor para los cuartetos como agrupación vocal, surgirían Los Meme, Los Faxas, Los Cuatro, Los Bilbao, Las D’Enriquez, Los Zafiros, Las Hermanas Valdivia, Los Armónicos, Los Cañas… Fueron de las agrupaciones vocales, las más queridas en Cuba.

Es una lástima que no existe una historia de los cuartetos, aunque supe en mi reciente viaje a la isla, que mi amigo Miguelito de la Uz, ya fallecido, dejó inconcluso un proyecto de libro que estuvo preparando con afán sobre el tema. Ojala vea la luz algún día su trabajo y así no quede en la nada la perseverancia y la investigación de un hombre tan excepcional como Miguelito, ex director del Cuarteto Los Modernistas.

La agrupación no desapareció con la separación de las fundadoras. Aída Diestro falleció en 1973, Haydée se radicó en Estados Unidos y Omara, Elena y Moraima, pasaron a desarrollar una fructífera carrera como solistas. Siguieron su legado otros talentos como Teresa García Caturla, la que sería por muchos años su nueva directora y que mantuvo la sonoridad y acople de voces que imprimió Aída al cuarteto. También formaron parte de las nuevas D’Aída; Leonora Rega, Xiomara Valdés, Lilita Peñalver, Alicia Fraga, Cary Dolet y otras importantes voces de la canción en Cuba.

Por Carlos Bretón (Ambas fotos son de mi propiedad)


Aída Diestro



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